La prevalencia de los trastornos mentales continúa
aumentando, causando efectos considerables en la salud de las personas y graves
consecuencias a nivel socioeconómico y en el ámbito de los derechos humanos en
todos los países.
Depresión
La depresión es un trastorno mental frecuente y una de
las principales causas de discapacidad en todo el mundo. Se calcula que afecta
a más de 350 millones de personas en todo el mundo, con mayor prevalencia en
las mujeres que en los hombres.
El paciente con depresión presenta tristeza, pérdida de
interés y de la capacidad de disfrutar, sentimientos de culpa o baja
autoestima, trastornos del sueño o del apetito, cansancio y falta de
concentración. También puede presentar diversos síntomas físicos sin causas
orgánicas aparentes. La depresión puede ser de larga duración o recurrente, y
afecta considerablemente a la capacidad de llevar a cabo las actividades
laborales y académicas y de afrontar la vida cotidiana. En su forma más grave,
puede conducir al suicidio.
Se ha demostrado que los programas preventivos reducen su
incidencia tanto en los niños (por ejemplo, mediante la protección y el apoyo
psicológico en casos de maltrato físico o abuso sexual) y en los adultos (por
ejemplo, mediante la asistencia psicosocial después de catástrofes naturales o
conflictos bélicos).
Además, se dispone de tratamientos eficaces. La depresión
de leve a moderada se puede tratar eficazmente con terapias que utilizan el
diálogo, como la terapia cognitivo-conductual o la psicoterapia. Los
antidepresivos pueden ser un tratamiento eficaz para la depresión de moderada a
grave, pero no son el tratamiento de elección para la depresión leve. Tampoco
se deben emplear para tratar la depresión infantil y no son el tratamiento de
elección en los adolescentes, a quienes se deben prescribir con cautela.
En el tratamiento de la depresión se tienen en cuenta los
aspectos psicosociales y se determinan los factores que pueden causar estrés,
como las dificultades económicas, los problemas en el trabajo y el maltrato
físico o psicológico, así como las fuentes de apoyo, como los familiares y
amigos. El mantenimiento o la recuperación de las redes y las actividades
sociales son también importantes.
Trastorno afectivo bipolar
Este trastorno afecta a alrededor de 60 millones de
personas en todo el mundo. Se suele caracterizar por la alternancia de
episodios maníacos y depresivos separados por periodos de estado de ánimo
normal. Durante los episodios de manía, el paciente presenta un estado de ánimo
exaltado o irritable, hiperactividad, verborrea, autoestima elevada y una
disminución de la necesidad de dormir. Las personas que presentan solamente
episodios maníacos y no sufren fases depresivas también se clasifican dentro
del diagnóstico de trastorno bipolar.
Se dispone de medicamentos que estabilizan el estado de
ánimo con los que atajar eficazmente las fases agudas del trastorno bipolar y
prevenir las recidivas. Además, el apoyo psicosocial es un elemento esencial
del tratamiento.
Esquizofrenia y otras psicosis
La esquizofrenia es un trastorno mental grave que afecta
a alrededor de 21 millones de personas de todo el mundo. Las psicosis, entre
ellas la esquizofrenia, se caracterizan por anomalías del pensamiento, la
percepción, las emociones, el lenguaje, la percepción del yo y la conducta. Las
psicosis suelen ir acompañadas de alucinaciones (oír, ver o percibir algo que no
existe) y delirios (ideas persistentes que no se ajustan a la realidad de las
que el paciente está firmemente convencido, incluso cuando hay pruebas de lo
contrario). Estos trastornos pueden dificultar que la persona trabaje o estudie
con normalidad.
La estigmatización y la discriminación se pueden traducir
en una falta de acceso a los servicios sociosanitarios. Además, hay un riesgo
elevado de que no se respeten los derechos humanos de las personas afectadas,
por ejemplo mediante su internamiento prolongado en centros psiquiátricos.
La esquizofrenia suele debutar al final de la
adolescencia o el principio de la edad adulta. El tratamiento con fármacos y
apoyo psicosocial es eficaz. Con un tratamiento adecuado y apoyo social, los
pacientes pueden llevar una vida productiva e integrarse en la sociedad. La
facilitación de la vivienda asistida, las subvenciones para la vivienda y las
ayudas para la inserción laboral son medidas de apoyo para que las personas que
padecen trastornos mentales graves, como la esquizofrenia, vayan superando
etapas en su rehabilitación y superen los obstáculos que les dificultan
encontrar y mantener un empleo y una vivienda.
Demencia
En el mundo hay unos 47,5 millones de personas que
padecen demencia. Este trastorno de naturaleza crónica y progresiva se
caracteriza por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la capacidad
para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría considerarse
consecuencia del envejecimiento normal. La demencia afecta a la memoria, el
pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de
aprendizaje, el lenguaje y el juicio. El deterioro de la función cognitiva
suele ir acompañado, y en ocasiones es precedido, por el deterioro del control
emocional, el comportamiento social o la motivación.
La demencia es causada por diversas enfermedades y
lesiones que afectan al cerebro, como la enfermedad de Alzheimer o los
accidentes cerebrovasculares.
Aunque no se dispone de tratamientos que curen la
demencia o reviertan su evolución progresiva, se están investigando varios
fármacos nuevos que se encuentran en diversas etapas de los estudios clínicos.
Sí existen, en cambio, numerosas intervenciones para apoyar y mejorar la vida
de las personas con demencia y la de sus cuidadores y familiares.
Trastornos del desarrollo, incluido el autismo
El concepto de trastorno del desarrollo es un término
general que abarca la discapacidad intelectual y los trastornos generalizados
del desarrollo, entre ellos el autismo. Los trastornos del desarrollo suelen
debutar en la infancia pero tienden a persistir hasta la edad adulta, causando
una disfunción o un retraso en la maduración del sistema nervioso central. Por
lo general, no se caracterizan por periodos de remisión y recidivas como muchos
otros trastornos mentales, sino que siguen un patrón constante.
La discapacidad intelectual se manifiesta por la
afectación de facultades de diversas áreas del desarrollo, como las habilidades
cognitivas y la conducta adaptativa. El retraso mental afecta a la capacidad de
adaptarse a las exigencias cotidianas de la vida.
Los síntomas de los trastornos generalizados del
desarrollo, como el autismo, son alteraciones del comportamiento social, la
comunicación y el lenguaje, así como limitaciones específicas de cada individuo
con respecto a sus intereses y actividades, que realiza repetidamente. Los
trastornos del desarrollo suelen iniciarse en la infancia o la primera niñez.
En ocasiones, las personas afectadas presentan un cierto grado de discapacidad
intelectual.
La participación de la familia en el cuidado de las
personas con trastornos del desarrollo es fundamental. Es importante conocer
las situaciones y actividades que causan tensión o reportan bienestar al
individuo, así como encontrar el entorno más adecuado para el aprendizaje. El
establecimiento de rutinas diarias, fijando momentos concretos para las
comidas, el juego, el aprendizaje, el contacto con los demás y el sueño, ayuda
a evitar el estrés innecesario. También es importante que los servicios de
salud hagan un seguimiento regular a los niños y adultos que presentan
trastornos de desarrollo y que se mantengan en contacto con sus cuidadores.
Asimismo, la sociedad en general debe implicarse en velar
por que se respeten los derechos y las necesidades de las personas
discapacitadas.
¿Quién puede presentar trastornos mentales?
Los determinantes de la salud mental y de los trastornos
mentales incluyen no solo características individuales tales como la capacidad
para gestionar nuestros pensamientos, emociones, comportamientos e
interacciones con los demás, sino también factores sociales, culturales,
económicos, políticos y ambientales, como las políticas nacionales, la
protección social, el nivel de vida, las condiciones laborales o los apoyos
sociales de la comunidad.
Otros factores que pueden causar trastornos mentales son
el estrés, la herencia genética, la alimentación, las infecciones perinatales y
la exposición a riesgos ambientales.
Información tomada textual de: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs396/es/
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