La organización biológica o jerarquía de la vida, es la
jerarquía de estructuras y sistemas biológicos complejos que definen la vida
mediante una aproximación reduccionista. La jerarquía tradicional, como se
detalla más abajo, va desde el átomo (como nivel inferior) a la biosfera. Los
niveles superiores de este esquema se les da frecuentemente el nombre de
organización ecológica.
Cada nivel en la jerarquía representa un incremento en la
complejidad de organización, estando cada «objeto» compuesto por unidades
básicas del nivel anterior. El principio básico subyacente en la organización
es el concepto de emergencia: las propiedades y funciones encontradas en un
determinado nivel jerárquico no se presentan en los niveles inferiores.
Además, la organización hace referencia al elevado orden de
un organismo en comparación con los objetos generales. Idealmente, los
organismos individuales de una misma especie tienen la misma disposición. Por
ejemplo, el humano típico tiene un torso con dos piernas en la parte inferior,
dos brazos uno a cada lado y una cabeza en la parte superior. Es extremadamente
raro (incluso imposible, debido a factores fisiológicos y biomecánicos)
encontrar un humano con una disposición estructural diferente a ésta.
La organización biológica de la vida es un premisa
fundamental en numerosas áreas de la investigación científica, particularmente
en la medicina.3 Sin este grado de organización, seria mucho más complejo, e
incluso imposible, aplicar el estudio de los efectos de varios fenómenos
físicos y químicos a las enfermedades y las funciones corporales. Por ejemplo,
campos tales como la neurociencia cognitiva y del comportamiento no podrían
existir si el cerebro no estuviera compuesto por tipos específicos de células,
y los conceptos básicos de la farmacología no podrían existir si no se supiera
que un cambio a nivel celular puede afectar a todo el organismo. Estas
aplicaciones se extienden también al campo de la ecología. Por ejemplo, los
efectos directos del DDT ocurren a nivel subcelular, pero afectan niveles
superiores que incluyen múltiples ecosistemas. En teoría, un cambio en un solo
átomo podría cambiar toda la biósfera.
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